5 de mayo de 2010

Entrada Nº 387 "Una imagen, una historia V"

“Ese que solo sabia extrañar”

Uno comprende la verdadera magnitud de extrañar cuando se encuentra con eso que extraña.

Podría empezar por: había una vez… pero esa muletilla aún no quiere estacionarse.

Brotan comunes denominadores que perduran casi perpetuos a través del tiempo, un manojo de sensaciones, constantes y estados. Dicen por ahí que todo pasa por algo. Él no se esconde allí pero si comprende que todo te enseña algo aunque a veces no lo crea.

Se lo disputan entre si sus diferentes odios, a la soledad, a la desilusión, a la mentira y hasta quizás a ese rasgo introvertido de personalidad que tantas cosas reprime, quedándose a la mitad por un miedo indefinible que también se anota a pelear.

Desde afuera le apuesto a una constante que se roba las miradas de alguien que solo sabia extrañar: las distancias en todas sus versiones (física, mental, entre mundos terrenales y celestiales, etc). Quizás a pesar del desprecio es que ese mismo caminante las recorre como una forma de sentir que no son nada cuando se esta en el lugar y con la/s persona/s que extraña.

Las teorías no son acotadas cuando uno piensa en exceso y la popularidad de una vieja amiga que separa sueños y realidad es más que conocida cuando uno siente en exceso, que de verla ciego de tristeza se hace inmensamente larga, que de caminarla lleno de ambición y lucha se transita como un guerrero, y que de recorrerla con el corazón feliz y acompañado se convierte en dos pasos.

Hay decisiones en que no solo depende de uno jugársela, si que ese uno sean dos jugados al mismo tiempo para que un intento no se haga cenizas sin llegar a intentar, para que un sueño no se haga cenizas por no dejarlo soñar. El que arriesga al menos intenta pero en este mundo de no correspondidos muchas veces existen “no” que clausuran puertas. Es ahí donde uno aprende a respetar por encima de creer.

Partiría de la imagen pero hoy por aquí son las palabras las que dibujan lo que contiene el silencio que vendrá. Viaja solitario en sueños, en rutas mentales y en ilusiones, con todo lo que lo acompaña.

Tocar fondo, mutar, salir del suburbio al sol, brindar y volverse a encontrar con uno mismo para darse cuenta de cuanto se extrañaba.

No surcan ficciones por acá, solo realidad y vigencia tiene esta historia donde aun vaga por su ubicación la palabra que transita este aire, la felicidad que busca este corazón, sus sueños tan llenos de vida, dolor y amor, todo basado en lo que mejor le salio hasta ahora: extrañar.

Ahora si podría empezar.

Había una vez…



Impresionante, no cabe otro adjetivo.

Gracias Tute querido.


Escrito de Tute Lambrechts

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2 comentarios:

Ro. dijo...

Sonará paradójico, tal vez... pero cómo se extrañaba leer al Despro...

Impecable :)

Unknown dijo...

ay mati q weno q sos t juro q cuando tenga guita yo pago pa q se publiquen tus escritos...

Cumpleaños de mi gente querida. Si falta el tuyo, avisame.