23 de mayo de 2010

Entrada Nº 394 "Una imagen, una historia X"

Un antojo

Anodina era la palabra que mejor la describía. Perteneciente al grupo de personas cuya ausencia no se nota ni presencia se recuerda, resultaba paradójico que se llamara Gracia cuando no era en absoluto agraciada. Además de carecer casi por completo de sentido del humor, la belleza femenina le había resultado esquiva. Su piel era de la tonalidad entre blancuzca y grisácea de los huesos, su sonrisa se asemejaba al muestreo amenazador de dientes de los perros al pelear y sus ojos poseían una mirada inexpresiva, daban la sensación de estar pintados sobre el rostro.

Estaba incapacitada para querer, sin importar que se tratase de familiares, amigos, novios o mascotas. Simplemente, el cariño no había anclado en su interior. De ahí que el egoísmo y la ingratitud fuesen sus grandes características, siendo incapaz de dar lo que fuera sin un interés para sí misma detrás. Por ello sus relaciones personales no eran más que tratos superficiales, sin un compromiso profundo ni una larga duración en el tiempo, porque no era difícil descubrirle esto y su costumbre de mentir.

La mitomanía era en ella para aparentar una vida de felicidad que no tenía. Aunque a sus 17 años era una alumna destacada en la escuela, tampoco era inteligente, sino memoriosa. Citaba, no razonaba. De todos modos, siempre buscaba ser la destacada en todo, aunque en realidad lo hiciera para intentar dejar una huella en algo.

En definitiva, vivía con la desesperación que sentirían los muertos al ver que el recuerdo de sí que conservan los vivos se va apagando, si los muertos pudieran desesperarse.

Todo esto había hecho explosión en ella aquella mañana helada de julio en la que la gripe le había impedido ir a la escuela, por lo que se encontraba sola en su casa. Dueña, como era, de una impulsividad extrema que la llevaba a no pensar más allá del minuto siguiente, había decidido no vivir más, no sostener más esa actuación que se le convertía en insostenible.

La bala había sido precisa al destrozarle el interior de su cráneo luego de ingresar por su sien derecha y, aunque parezca una idiotez, el que creyó su último pensamiento fue que era bueno que no hubiese salido, así no quedarían manchas de sangre ni restos de seso esparcidos por la habitación.

Pero lo que estaba viviendo, o más bien muriendo, en esos instantes posteriores al disparo escapaban a todo lo que Gracia hubiese podido imaginar.

Se encontraba sentada en lo que parecía ser un típico banco de Terminal, aunque veía el lugar con esa inestabilidad con la que se ven los sueños, así que no podía precisar bien. Parada frente a ella, una mujer la miraba con indiferencia.

- Hasta en la muerte resulto indiferente- pensó con tristeza.

Entonces la mujer le habló:

- Gracia, finalmente has venido…

- Sí…

- No soportaste más ser un cero a la izquierda entre los vivos y te decidiste a buscar la trascendencia entre los muertos.

- ...

- ¿Sí o no?

- Sí… Pero tampoco es para que me lo enrostres así…

- ¿Vos, pendeja, me vas a decir como hablarte? ¿A mí, a la Muerte vos, borrega de mierda le querés dar órdenes? Habrás sido inútilmente, y encima para con nadie, soberbia y altanera en el otro mundo, pero en este sos una infeliz que quiere quedarse como ilegal, ahora que el asunto de los papeles está tan de moda allá en la Tierra.

- No comprendo…

- Lo sé, seguí tu actuación en vida y nunca comprendiste, sólo memorizaste… Es fácil: no dejaste huella ni para bien ni para mal, tu vida fue una cáscara vacía. Nadie va a llorar en tu velorio ni te va a recordar en unos días… Y yo soy megalómana y me encanta rodearme y que me obedezca gente trascendente, ya sea un líder político de reconocimiento mundial, un hombre de familia cuyos hijos y nietos extrañarán o un asesino serial que será recordado por su sadismo. Lo importante es no hayan sido humo en vida… Es loco lo que pasa en el mundo de los vivos: se preocupan permanentemente por si hay vida después de la muerte y se olvidan de que la haya antes de…

- ¿Pero por qué eso de ilegal?

- ¡Porque para entrar en la muerte el pasaporte es haber tenido una vida, tonta! Vos no la tuviste, así que acá no te quedás.

- ¡Pero me deshice el cerebro! No puedo seguir viviendo, si lo hago sería para estar en una cama respirando por una máquina… Y sí, siendo honesta debo reconocer que sólo mi familia, y por mero compromiso, me iría a ver y cuidar, el resto del mundo ni me registraría…

- Muy bien por admitirlo… De algún modo tendrás que tomarlo en cuenta para la vida que se te viene, así el próximo intento de suicidio te da resultado.

- ¿Próximo intento?

- Sí… Bah, no sé… Tenés la vida, usala, sos libre para hacer lo que quieras, aunque después te tenés que ocupar de las consecuencias, una de las cuales es no ser admitida en la muerte…

- ¿Pero entonces que va a pasar conmigo?

- Lo mismo que ya pasó… Vas a nacer el 15 de mayo del ’90 y vas a vivir. Por supuesto de que lo que viviste en esta etapa que culminó con el balazo y de esta charla no vas a recordar nada de nada. Si hacés algo interesante, cuando te llegue la fecha de vencimiento te quedarás de este lado, sino volverás a intentar, yo no tengo apuro…

El 15 de mayo de 1990 el matrimonio López se emocionó con al llegada de su primera hija. Era una beba robusta, pesaba poco más de cuatro kilos. En la sien derecha tenía una marca rosadita y circular, del diámetro aproximado de un cigarro, como una cicatriz. Un antojo, según la abuela.



Escrito de Matías, El Eternauta.
Eso es "Ver la vida pasar delante de los ojos"
Y aunque en la reencarnación no creo,
sería bueno una puesta a prueba como esa,
sin recordar nada para saber si dos veces cometés el mismo error.

Gracias Profe!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como si estuviera llendo un libro, eso me paso... muy bueno tocayo, triste pero hermoso...
la primera parte esta muy buena

Perteneciente al grupo de personas cuya ausencia no se nota ni presencia se recuerda

que buena frase

Ro. dijo...

Bien eh... me quedés con expresión de boluda, me gustó.

Cumpleaños de mi gente querida. Si falta el tuyo, avisame.